miércoles, 30 de septiembre de 2009

una entrada corta, una sopa memorable

Estoy escribiendo un libro contrarreloj sobre galletas y en dieta líquida, así que tengo la ansiedad más que alborotada. En esa horrible necesidad de alimentarme de líquidos (jugos y sopas) creé una sopa hoy que me reconcilió del todo con la categoría sopa: maíz ahumado con pimentón, lomito y pimetón picante español. La comparto. Luego recuerdo.

Poner media cebolla, 1/4 de tallo de apio y 1/4 de pimentón rojo a dorar con poco aceite de oliva, agregando sal y pimienta, tomillo si les gusta. Cuando las verduras estén blanditas, dorar el lomito en cubitos (no tiene que ser un montón, una manotada para 4 sopas grandes), agregar maíz desgranado (puede ser del de lata) y caldo de pollo, humo líquido, mezquita, pimentón picante al gusto (confianza en el ojo) y dejar cocinar el maíz. Licuar y ajustar el sabor (probar y no ser remilgoso) y dejar que se caliente bien antes de servir (no colar porque queda un agua; si está muy espesa, agregar agua o más caldo). Para quienes no estén en dieta, acompañar con suero costeño, queso crema, totopos... tyhe sky is the limit. Para mí, gelatina light y colombiana ligera.

Se me borró el recuerdo de sentarme frente a un plato de sopa y sentir llenura y acidez; y se reemplazó por una sonrisa, barriga llena y corazón contento. I like it. Una nueva magdalena para más entradas. Regreso a las galletas. Más tarde las fotos.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Helados


Tal vez la frase favorita que haya escrito hasta hoy: un mundo con helado es más dado a la comprensión de lo sublime. Es así sin duda porque es una conjunción de textura, sabor, color. Pero sobre todo, por la carga emocional que viaja junto al helado, dándole sentido, desde el cursi pote de helado para "curar" la depresión hasta ese helado salado que un genio decidió servir en un restaurante a orillas del mediterráneo.

Tengo muchos recuerdos con helado. Tal vez el más triste sea saber que mientras yo tenía dos años y mi hermano era un recién nacido (y bien bonito el condenado) mi papá atravesaba por la crisis más tremenda de la vida con un cáncer en la boca. Las sesiones de radiación lo dejaron sin dientes y sin sentido del gusto, y mi mamá, en su sabiduría se dedicó a consentirnos a los tres con comidas suaves y blandas. Mi papá habla de cómo comía la misma papilla que yo, y de cómo el premio era un helado que aunque apetitoso para los demás sentidos no sabía a nada. sin embargo lo hacía sonreír. De esa magdalena triste se deriva toda la complicidad de mi papá conmigo en el campo gastronómico, porque una vez recuperó el sentido del gusto se dio a vivir como un gocetas (y gordo pero feliz). Me acuerdo que le fascinaba llevarnos a comer helado en Cream helado en una parte de la ciudad que no me era familar, pero que a él sin duda le traía recuerdos incluso de citas románticas con mi mamá.

Mi papá me introdujo al universo del helado en todas sus presentaciones; rústicas como los de primos, industriales, como los de haagen dasz, comerciales, como los de popsi que compra por deporte cada sábado. Me acuerdo mucho de la introducción al mundo del float de helado en cocacola, y me acuerdo de la dicha de Rodrigo mi hermano al "zamparse" esa vaina. Todavía hoy cuando ve uno en el menú, se transporta. También nos llevaba a comer Frozen Yogurt de fresa o el combiando de vainilla y chocolate en cono barato de color curuba, casi siempre blandito y viejo luego de caminar medio km en la ciclovía.

En el Helvetia nos daban los viernes cada cierto tiempo, un cono de helado cubierto con chocolate apenas duro y con un fondo de arequipe sensasional. Pero del helvetia lo más rico era comerse un platillo de galleta con chocolate y helado de ron con pasas. Ese sabor glorioso lo he visto desaparecer lentamente del mercado, y nunca olvidaré un comentario descriptivo de mi papá sobre el helado de ron con pasas que hoy me impide disfrutarlo del todo: helado de vainilla con moscos.

Hubo una época de oro de las paletas y helados en mi infancia tal vez el mejor producto con helado era los chicos, esos bocados de helado de distintos sabores con esa misma capa de chocolate que venían en una cajita, seguidos muy de cerca por las manotas de fruta (radioactiva) y las cremoletas con moras, que si hoy llegaran a mis manos me causarían una epifanía proustiana total y hasta Bryceana (porque la indigestión me atacaría). Extraño porfundamente las paletas de snickers que llegaron con la apertura económica de Gaviria y que se esfumaron cuando empezó la época de oro de cream helado, la industria. Cómo olvidarme de la época del Carulla gourmet en que vendían helados de Moevenpick, unos suizos perfectos, casi mejores que los de Haagen dasz que probé después en su fábrioca en Zurich en un viaje hace años ya.

Ya más grande el helado, que es obligatorio en la sobre mesa de cualquier almuerzo familiar en la casa de mis papás (mi papá siempre pregunta, "¿puedo comer heladito?, y mi mamá le abre los ojos, con empute pero con ganas en el fondo de comérselo, siempre sirviendo una perfecta bola vacía en el centro), se convirtió en acompañante para cosas más sofisticadas que los chips de chocolate: llegó al época de ponerle licores (la menta que lo deja verde radioactivo, el licor de frambuesa que literalmente emborracha al helado), frutos secos y mi favorito personal, higos.

En mi época de estudiante de cocina me volví una marrana porque por primera vez en la vida podía comprar Haagen Dazs ilimitado, y de ahí mi helado favorito para la escena curso de la depre: macadamia nut britle, o el sorbete de frambuesas. Eso es lo que me deberían dar cuando me disgnostiquen diabetis senil y me toque pasar al papayo. Un pote de cada uno, un vaso con agua y un par de valiums para que la indigestión y la muerte sean más llevaderas.

Cuando volví de la escuela de cocina y entendí los ingredientes de un helado verdadero (esa salsa de vainilla con mucho huevo, con vainilla de la vaina, con buena crema) salí disparada a comprarme una máquina, la misma que Suzanne tenía en mi apartamento de Poughkeepsie con la que me hacía el helado más decadente del mundo: butterpecan. He hecho muchos en la vida desde entonces; memorable uno de limón y albahaca que hice para mi debut con mis leidis y compañía, favorito de Natalia y que debo repoducir muy pronto en gratitud por ayudarme a descubrir el camino, uno de lichis que hice cuanod vino Darrylito a conocer Colombia, uno de maíz para una tarea de mi hermana y que fue, debo admitirlo, una copia de un helado de criteríon que me parece hasta hoy, magnífico y que me sirvieron con un soufflé de jamón serrano.

Imagenes memorables con healdo: una cáscara de mandarina vacía llena de helado de mandarina que servían en el restaurante Boston en el centro Andino y que hoy me parecé bien mañé y simplón, pero que me descrestaba en mi entonces muy limitada curiosidad gastronómica. Un chico derritiéndose en mi mano, sin saber de qué sabor iba a ser el helado en el centro... en mi familia era una competencia, un domingo viendo disney channel en parabólica con una paleta de snickers que valía su peso en oro, un helado de ron con pasas en coca de vidrio en la casa de mis abuelos, los dippin dots, el helado de rainbow de Baskin robbins, un sundae de macdonalds, un mcflurry de deditos (la edición limitada más exitosa de la historia de las adaptaciones a la colombiana), un affogato con espresso italiano.

El mundo sí es más sublime con helado. Lástima que por ahora no puedo comer.

jueves, 17 de septiembre de 2009

craving a burger


Casi todas las ideas para escribir me nacen mientras como o mientras me baño, así que siempre tengo las manos o sucias o mojadas. De no ser así, me las sueño. Mis sueños son de dos tipos: informativos o premonitorios. Por un lado constantemente hago comidas en los sueños, me invento una receta, la comparto con alguien; cuando me despierto la tengo viva y la escribo, por lo que me toca mantener una libreta al lado de la cama, aunque sin café es duro. Los premonitorios son más raros, pero cuando me sueño algo que va a pasar, tarde o temperano pasa; aunque no siempre son explícitos, cuando se cumplen lo siento. Siento dejá vu mucho mucho mucho, y es creepy, pero me hace feliz.

Mientras escribo esto hay frente a mí un plato vacío. Está untado y grasosito, deli. Mi apartamento se lleno del humo de la parrilla en la que cociné una hamburguesita especialmente deliciosa. La idea culinaria de hoy surgió en la ducha. Tenía una bandeja de carne molida descongelando y aunque me gusta la salsa bolognesa, ayer había comido. No importa cuán deliciosa sea la carne seca, le tengo susto; eso que lo haga un paisa y ojalá con fríjoles. No hago albóndigas, me las sueño junto con el "príncipe azul", por lo que están vedadas de mi repertorio culinario hasta que se llene ese vacío. ¿Que quedaba? Una hamburguesa. seguida de una serie de epifanías:
Me gustan mucho las hamburguesas que sirven en el corral y no sé como durantye mis infinitas dietas las evado. Una corralita, o una corral son pecados necesarios en la vida y no cuesta mucho encontrar quién lo acompañe a uno a comerse una. Nunca, eso sí, me como una hamurguesa del corral sola: descartado el almuerzo en el corral. También, admito, me gustan las del burger king, que no en vano es rey, pero sobre todo, de los anillos de cebolla. Y me gustan las coronitas, y qué. Odio las de macdonalds mucho antes de supersize-me y solo admito comérmelas cuando estoy borracha, cosa que hace mucho no pasa. Cuando estudiaba cocina solía tener un cómplice que me llevaba en su carro luego de tres supersized vodka cranberries o un Jaegerbomb (una vaina tenaz que tiene jaegermeister, redbull y alcohol genperico) -y seguramente algo más- a comerme una hamburguesa de macdonalds y siempre me ponía muy triste al final porque no era hamburguesa grasosa, ni sabrosa que me estaba imaginando (los que me conoce saben de mi premisa FAT MEANS FLAVOR). Luego me fui a mi dinner favorito y descubrí que la hamburguesa debe ser gruesa, que hay que ponerle buen queso y cebollas casi quemadas, salsa ranch... mmmmmmmmmmm el sitio, el Eveready (como las pilas) es sin duda un lugar al que llevaría a mi príncipe azul en un peregrinaje de recogimiento de mis pasos; ahí sirven la misma hamburguesa a las 7am a las 4am, a las 3pm. 24 horas para saborear. Nunca más me comeré una hamburguesa en presto, porque me intoxiqué y gracias a eso mi abuelo paterno me puso una vez en una dieta hedionda de agua de panela y papa asada SIN SAL que me marcó de por vida.
En Bogotá dicen que la hamburguesa de la bagatelle es buena, la de the place era genial -no sé si eso exista todavía- tenían unas mini delis (me estaba comiendo una mini con mi mamá y mi hermano cuando nos contó que venía una hermanita en camino, por lo que nos habían llevado a un sitio especial) y sepan, sin miedo a que me caigan encima que la de la hamurguesería es fea y seca (y aunque preguntan el término, según dicen ellos, deben cocinar la carne hasta un cierto grado por salubridad, cosa que me ofende, porque no me imagino de dónde sacan la carne para que tengan ese miedo latente). Una última epifanía del ingenio culinario colombiano: una hamburguesa entre arepas con queso que me comí en un sitio en Pereira. WOW. WOW. Es una sustitución digna de estrella michelín.

Y en cuanto a cocinar una hamburguesa, una vez infamamente molimos un poco de carne Kobe e hicimos una hamburguesa gourmet con otros cómplices tan dados a esa ñoñez como yo(copiando a un chef avión que las vende en NYC a 100 dólaresa piece) . Le pusimos un queso añejo ridículo que nos robamos... hongos silvestres, salsa bbq hecha por nostros... mejor dicho, una creación de horas. Es sin duda la mejor hamburguesa que me comí hasta hoy, pero tengo tantas imaginadas que no puedo decir del mundo. Sueño con comerme una en el spotted pig y tal vez la muy cara de Bouloud, porque la hamburguesa es perfección, y hay que probar muchas en la vida. Hoy decidí mezclar esa carne molida que flotaba entre agua en mi lavaplatos con una cebolla cortada finamente, con tomillo, paprika, humo líquido, sal y mucha pimienta, ponerla sobre mi parrilla engrasada y proceder a asarla bien por fuera; le puse unos champiñones salteados y unas cebollas casi quemadas, y por último un queso provolone cortesía de Carulla. Tosté el pan, hice unas papas (hamburguesa sin papas o anillos es SACRILEGIO) y le puse tomate cortado delgado - delgado tipo Mariana Perdomo comiendo queso- y suero costeño. Quedó muy bien, esta noche figuró caldito con manzana.

Me gusta entonces, la hamburguesa gordita y grasosa (no me gusta la salsa de tomate, tara o no, no me ofrezcan). El suero costeño con todo, hasta con los huevos pericos queda delicioso, pero tal vez su mejor sabor esté en dos platos que amo: en el puré de papas y en la pannacota. Las zucaritas y los rice krispis con azúcar y banano casi verde, el cacao sampaka tipo alicia en el país de las maravillas, el olor a lluvia que hay en este momento en mi terraza y la voz de Cerati mientras escribo. Y qué bueno un tinto tibio.

Odio, relacionando con el tema d ela hamburguesa, las lonchitas de algo parecido a queso, los pepinillos, la salsa de tomate y los dispensadores de mayonesa- la mayonesa me gusta pero no me la puedo comer cuando sale de esos adefesios-. La cocacola light, la cerveza caliente, la leche en vaso, copa, taza o tetero.
Y por último, detesto el timbre de mierda que tienen los vecinos del edificiofdel frente para que les abran el garaje (es ofensivo oirlo di tu 5am) y que retumba gracias al eco en mi ventana.

Me cumplí el antojo, a ver que sigue.


miércoles, 16 de septiembre de 2009

mañas y costumbres cotidianas (nostalgia por lo perdido)


Yo siempre me como los sándwiches por los bordes, porque pienso que los bordes son lo peor del pan y en el centro está lo mejorcito que tiene el sándwich. Es una maña. Y tengo miles. Me sirvo el tinto y lo dejo enfriar, me lo tomo semifrío, o sea, tibio y en mil sorbos (nunca me sirvo un tinto si no dispongo de 20 minutos). Cuando tengo ansiedad busco dos cosas: snickers de los grandes (me puedo comer varios en una sola sentada) o ponqué ramo de coco (al que también porcedo a quitarle los bordes "quemados"). Tomo cocacola y fumo como una bestia cuando estoy bloqueda y no puedo escribir (no me sirve nada distinto a la cocacola, a menos que sea de noche y tenga a la mano un litro de Grey Goose o una cerveza helada). La chocolatina jet solo me la puedo comer por pastillas bien cortadas, una por una (aunque entera entre pan de 100...) y el helado me gusta reposado, blandito, cuando ha dejado de ser helado en el más estricto sentido de la palabra. Cuando cocino no uso medidas, por lo que soy mejor con la cocina que con la pastelería; pruebo con el dedo y siempre tengo sal, azúcar, balsámico y pimientas de distintos colores al alcance de la mano. Odio el huevo frito con la yema dura y la carne que se pasa de término medio. La gente que deja los gordos de la carne en el plato me ofende (como diría un caleño, comete un pollo). Me molesta el hígado de res, pero los de los demás animales, ojalá salteaditos en mantequilla y con cognac o whisky, me matan. No hay nada más sexy que un tomate maduro con sal gruesa o un espárrago y nada más horrendo que un pepino relleno. Mañas y costumbres.

Hoy comí dos cosas muy clásicas en el mundo: un PB&J, un sándwich de mantequilla de maní JIFF (que no tenía desde que vivía con Suzanne en Poughkeepsie) y mermelada fruco de mora. No me comía uno de esos emparedados desde hace tiempos, por lo que sonreí. Es una combianción que aun me sorprende. Quien la haya descubierto (y me sospecho que fue un soldado, porque en tiempos de guerra es que se conoce la recursividad culinaria), es un duro.
Por otro lado me comí un huevo duro entre otro sándwich (recurrente en el día). El huevo es uno de esos ingredientes que es repulsivo y magnífico a la vez. Tengo épocas muy largas en las que no puedo ni verlo y otras que por el contrario, me salva de unos episodios de hambre muy bravos.
El ingrediente para el huevo es una buena sal y una mostaza. Clásico.

Invento culinario del día (de ayer porque hoy no cociné sino recalenté, tratando de recuperar el computador): dientes de ajo con tomillo, cebollita picada, hongos crimini, una pechuga hervida un par de minutos, todo salteadito en aceite de oliva. Luego lo pongo sobre pan pita con suero costeño y mucha piemienta fresca. Quedó BOMBI.

Me gusta: Italia. Vi un episodio entero de Food porn cortesía de Bourdain. Sardinia. Además de la comida espectacular, ese hombre estaba de morir. Salió con su hijita en vestido de niña, con su mujer que es lo más italiano posible, y sentado comiendo verdaderos manjares: un prosciutto generosamente grasoso y una variedad envidianle de carnes curadas, una multitud de quesos de cabra frescos y un pecorino de oveja partod con cuchillo de viuda negra italiana, una miel que de solo verla da ganas de empalagarse con ricotta de minutos de fabricación, pastas enrolladas a mano, cabrito a la brasa, cochinillo desinflado, tripas y hasta un conejito blanco (como diría mi papá: "cuando eras chiquita te enfurecía que pidiera conejito blanco, pero algún día..."). Italia sin duda es un paraíso culinario y debo abrir una cuenta de ahorros destinada a pasar una temporada considerable comiendo por allá. NOTE TO SELF.

No me gusta. Bueno, pues me desahogo contra los malditos virus que se meten en los computadores. Llevo 3 días víctima de un ataque cibernético que me hizo perder todas mis fotos de mi comida (solo me queda facebook, o sea, nada) mis registros de clases y mis eventos y algunas ideas que tenía guardadas para desarrollarlas y 400 canciones. Odio ver mensajes amistosos de Microsoft cuando estoy a punto de arrancarme los pelos y tengo tos de fumadora nerviosa. Odio que el lenguaje sea vago y que uno sienta que si selecciona la opción equivocada se viene el acabose. Siempre me acuerdo de un episodio de sex and the city en que a Carrie se le apaga su MAC y le sale un sad mac. tengo terror, aunque en pc no haya tal de esa carita con ojos hechos de signos más. Es más diabólico que los payasos, y eso es mucho decir.

Hoy salieron las quesadillas en televisión. Nunca había visto tan poca desteza para armarse una simple queca, para cortar un queso brie, para rellenar. Mi receta es magnífica pero fue muy muy muy mal interpretada. Mi maña con las quesadillas es poner queso en toda la superfice de la tortilla con la esperanza, tal vez tan mía como la de comerme primero los bordes del sándwich de que la quesadilla quede gordita y no me sepa a harina. Mañas.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Popurrí 1: acidez de lenguaje y recuerdos que traen más recuerdos


Paréntesis: Fecha nefasta. Me acuerdo vívidamente del 11 de septiembre de 2001, todavía una alumna de los Andes, y me sigue pareciendo surreal lo que pasó. Tal vez lo peor de todo para mí fue ver en vivo, con un morbo que aborrezco, cómo todo sucedía. Me acuerdo que cuando prendí la tele y repetían en loop la estrellada del primer avión, y cuando el segundo se estrelló parecía que los directores de noticias se empeñaban en repetir ese primer impacto. Y como dicen las mamás... ahí fue Troya, porque la repetición no era tal. Al ir a ground zero cuando NY me acogió, sentía aun ese humo gris, ese mugre, esa tristeza profunda de una ciudad que cayó en circunstancias verdaderamente surreales.
I love NYC. Y Dios bendiga a las víctimas.

El minuto de ayer: Mi primera revelación del día se da en forma de una quesadilla. Decidí hacer un postre (o tentempié de sabores dudosamente dulces) realmente distinto, y en verdad es otro sabor del cielo. Ingredientes: Para el relleno, queso brie en lonjas -lo pueden congelar un par de minutos antes para que no se funda, aunque la textura del queso fundido y cremoso es marvelous-, nectarinas con la piel y en medialunas, cebollín -que pueden reemplazar por canela o chile-, azúcar morena/o (la contriversia linguística me molesta, igual cada cual lo dice/ escribe como más le suena. Por supuesto, tortillas (que no sean bimbo que saben a papel). Salsa express: miel, jugo de limón y ralladura. Para decorar: uvas sin semilla o con semilla. Naranjas en rodajas, coco. como dirían los gringos: tropical.

Al terminar de grabar un minuto en una hora, llega el tasting. Los camarógrafos se rapan los triángulos de quesadilla, y alguien va a la nevera por el resto del queso que hay que guardar por si el MR. la caga. El coordinador define el queso Brie: queso con sabor a jabón. Yo me rio y anoto (ahora cargo cuaderno de impresiones como buena geek que soy).

Mientras sigue la espera para que el Mr. diga sus líneas que escribí para él hace unos días y que él alegremente no se molestó en leer (me abruma su profunda fe en su talento, porque tiene solo dos sonrisas posudas, una de guasón - a lo Heath Ledger-, y una tipo perrito -con un labio caído más que tibio- y cero habilidad para leer una frase con comas como nos enseñaba Amparito en el colegio, ¡¡¡sin BAJAR LA VOZ!!!) leo el libro de la ISODIETA. Lo puedo describir en una expresión que también anoté: Spanglish en negritas.

El Mr. es un dedito parado burdo. Un moron (inserto un acento de gringo gomelo con buen acento largo en MO). No puede vocalizar palabras tan elementales como para, lo que hace muy difícil que me quede sentada... me voy para el set de una joya de la tele colombiana, El Lavadero. Y ahí prendo mi IPOD--- suena, I still haven't found what I'm looking for, y la verdad en lo que pienso es en el talento.

Luego suena Dean Martin, That's amore! y me transporto a una escena de película relacionada con comida (esa es mi vida): Bye Bye Love, una película de Rob Reiner (una especie de Corín tellado del romatic comedy). Uno de los protagonistas sale en una cita con Janine Garofalo a un restaurante tan italiano como el de la Dama y el Vagabundo. Y la señora es un poco esquizofrénica... como si estuviera frente a una carta de un restaurante de Leo Katz (o sea mi infierno de 15 páginas) no puede decidirse. La pregunta es qué comer. Desfilan platos y platos, y el pobre hombre estupefacto espera, frente a su clara elección, una pasta con albóndigas, sólo para tener que cedérsela a la dama luego de miles de platos que ha devuelto a la cocina. Ella hunde su tenedor en el espaguetti y sus ojos se abren como si tuviera una epifanía culinaria de proporciones épicas, tipo Ego en Ratatouille. Pienso: Cuando yo me enamore, necesito un tipo capaz de cederme su plato, o al menos compartir ese hilo de espaguetti como Tramp lo hizo con la hasta entonces odiosa perrita/ dama. Y ojalá me enamore con una canciónde fondo tipo Dean Martin o una gloriosa Tarantela. Yo diría entonces como sabiamente dijo Juno: You're the cheese to my Macarroni.

Como pueden ver, el minuto Carulla/ pomona estimula mis pensamientos al infinito... yo me aburro así que de ahora en adelante traigo un IPOD, lo pongo en random, anoto lo que oigo (hay poesía en todo, y me viene a la mente America beauty).Escribí 15 ideas para la filmación siguiente, tema helados. Chanfle, como me gustan. Dippin dots, semifredos, cono de macdonald's, helado de crepes, gelatto italiano.

Suena Time de Tom Waits y lloro internamente por dos razones; esa canción me parte y este imbécil no logra despedirse sin cagarla. Sonrisa de perro.

Me gusta: el helado. Los churros (de comer, hace mil años que no digo churro en ese sentido bogotano, peor me cae que volveré a decirlo). Las albóndigas de Tramp, la tarantela, Julieta Venegas diciendo "ojalá el tiempo sirva de algo". Los chocobreaks semiderretidos de bolsillo en día caliente bogotano (es como el fetiche de Mariana con los chitos), los flashbacks con olor a guayaba de los tripis que recordé en una conversación ayer y mi café colombiano en la cama mientras escribo esto.

No me gusta: la sonrisa de perro. Que los demás crean que mi tiempo no vale, que alguien que se dice chef no sepa enrollar un burrito (ni qué decir de la historia tierna de porqué un burrito es un burrito, por la similitud de su doblez con la oreja'e burro), las aceitunas en ese líquido salmueroso y avinagrado, el calor tibio en la cama, el flavor wave turbo (no creo en tanta maravilla ni en la sonrisa de Mario Brakus, aka Mr T, ni en la gente parada frente a un milagro, si ni siquiera sabe prender y usar una sartén ni ha tenido que lavar una que se le haya quemado totalmente... qué pegote).

Odio: el paso del tiempo, el mal uso del tiempo, la estupidez. Tengo cero tolerancia, aunque cada vez más, el lenguaje me de para acidificar esa intolerancia y ser rabona mientras sonrío.





miércoles, 9 de septiembre de 2009

Este blog se vuelve activo. Consideraciones del día


He intentado huirle a este blog, pero me confieso adicta a los blogs, en especial a los de cocina, en donde me inspiro y me imagino miles de recetas, tips, ideas para clases o para mi cocina cotidiana. Así que sucumbo y espero mantenerlo al día. Lo hago por varias razones, pero en especial porque quiero compartir mis recetas y mis experiencias con la cocina y en la vida. Gracias a mi cámara me he dedicado a capturar platos que hago porque sí y por dinero (suena re mal, pero qué privilegio es que me paguen por cocinar) y me puede ayudar de verdad a complementar este espacio.


Habrá otras entradas personales, porque yo soy un ser muy muy emocional y registro demasiadas cosas al mismo tiempo, y todas esas cosas me construyen. Así sin más, empiezo esta aventura.


Día de hoy: prep para el minuto carulla (dicho sea de paso hay mucho trabajo detrás de ese texto mal leído que llega a sus pantallas, y yo hago una buena parte). Hice en la mañana fríjoles, pasta, arroz, una serie de picadas de ajo, cebolla, puerro, hongos, y por la tarde unos desastrosos brownies que invadieron en su crecida el piso de mi horno y por supuesto llenaron de humo el apartamento que ya de por sí es caliente. Pero bueno, muchas velas de colores, como diría Mabe. Por eso no soy pastelera.


Receta del día, que fue mi almuerzo: pechuga de pollo abierta a lo ancho -para que se cocine rápido porque tengo hambre- con refisal (generosa porque cada día sala menos) condimento de mesquita y ají, salteada con cebolla en anillos y tomillo que para mí es como la sal. Lo pongo sobre tostadas integrales con cogollos de tudela, tomate larga vida, queso sabana y, ¡listo! (como diría un personaje falso o medio falso, to be fair o menos rabona). ¡Hay, las manos torpes! (estoy viéndolas a las 650pm, hint). Pero el platico se ve lindo.

Reemplacen la mesquita por humo líquido, páprika, yacaré o pimienta roja molida o pura pimienta (por favor no de esa molida insípida). Y si no tienen que usar refisal, benditos sean.

De tomar, simplemente agua con limones amarillos, que como muchas de mis obsesiones, son parte del cielo, mi cielo (atún, chocolate, pato, tomillo, cordero, limón, granadilla, crema... so on so on).


El tip del día: cuando una receta dice que va a cercer, créanle. No llenen el molde más de 2/3. Yo lo sé y a veces soy tan bestia que no le creo, y el que sufre es el horno y mi paciencia.


Para terminar

Me gusta: limones amarillos, muchos limones amarillos, aunque tiuenen mil pepas huelen perfecto. Tomar café a las 9 am en mi terraza nueva, llena de sol y de hierbas (amo mi albahaca morada). Twilight. Sí me encanta esa vaina, y al que no le guste, que no lo lea ni lo vea, yo lo amo. Escribir en la cama con un lucky stricke y con el Itunes en ramdom (siempre que haya Tom Waits y reggaetón). El olor que emana mi slow cooker de Le creuset cuando braseo, los cupcakes, las granadillas, el viento. Vicente aruñándome la cara (me reconoce y yo me derrito).


Odio: la estupidez de la gente que le cree a Uribe, las tirantas (sí es una moda hedionda y sólo es cute para los bebés), la falta de respuesta de los emails (porque hay mucha gente que lo ignora a uno y en este mundo vertiginoso e interconectado al segundo, en donde vemos morir a alguien en vivo, eso es pereza), la puta dislexia que me embarga siempre y que me obliga a releer aun más que mi inseguridad.


Odio, es más, quisiera castrar a los manes que se atreven a pegarle a una mujer (aun si la canción de la lupita me gusta): cobardes de mierda, la soledad es llevadera no sean malparidos. He dicho. Sí esto es personal y hay un maldito desgraciado que está muy lejos pero al que le mando toda mi mala energía.


links de interés:

http://www.whatgeekseat.com/ (I am one, of course)

http://www.luxirare.com/ (es una página que leo freéticamente porque en secreto quisiera ser como la autora)


Vendrá mucho más.